lunes, 19 de diciembre de 2011

Absolutismo, no hay nada como tú.

Sobre la exposición: El Hermitage en el Prado.



San Petersburgo es una ciudad que desde pequeño me tiene fascinado. Los libros y documentales que me aportaron en algún momento información sobre la denominada “París del norte”, han convertido a la ciudad rusa en uno de los destinos que me encantaría conocer. Entre el frío aire del río Neva, se respira historia como en ningún otro lugar del mundo. La ciudad que fue testigo de un imperio, una revolución y una de las mayores batallas de la Segunda Guerra Mundial, descansa por un momento en el centro de Madrid, a mi alcance, por fin.

Una de las mayores atracciones turísticas de San Petersburgo es el Palacio de Invierno. La que fue durante años la residencia de los zares, se convirtió con la revolución de 1917 en una pinacoteca estatal que con el tiempo se ha convertido en uno de los más importantes museos del mundo. La colección que durante siglos ha ido recopilando la corona imperial rusa, cede parte de su alma al museo español.

La exposición, nos recibe en un intenso dorado que nos evoca a la visión de las impresionantes escalinatas del Museo del Hermitage, y a través de nueve grupos expositivos bien diferenciados, nos sumerge en un viaje a través del tiempo que nos lleva hasta un delicioso conjunto de obras del siglo XX, entre las que caben destacar cuatro Picassos casi desconocidos.

La impresionante selección de obras, nos permite contemplar piezas de muy variada época y estilo. Desde delicadas piezas de orfebrería griega hasta obras de la vanguardia europea, pasando por imponentes retratos reales y una interesante colección de artes decorativas. Entre la obra pictórica se respira la escuela española, la flamenca y la barroca francesa.

La exposición, que nos acerca unas de las obras más bellas y famosas del Hermitage, nos permite contemplar una exhaustiva evolución de las artes en cada una de las disciplinas presentadas. Orfebrería, joyería, artes aplicadas, pintura, escultura, dibujo, y hasta una impresionante pareja de trajes pertenecientes a los zares María Feiodoróvna y Nicolás I.

El museo ruso, funciona como uno de los mayores aglutinadores de culturas. En su colección encontramos piezas de todos los rincones del mundo, todas ellas con gran belleza y valor cultural. La joyería india o las manufacturas chinas son una delicia para la vista.

Obras de grandes maestros de la historia del arte, gran variedad de estilos y antigüedad, y un sinfín de exquisitas piezas que conforman una de las mejores exposiciones de la capital española. Extensa pero no agobiante. Tenue pero no soporífera. Variada pero no caótica. Una deliciosa fuente de sabiduría a nuestro alcance. Mi única cuestión, la que me daba vueltas incesantemente durante mi visita: ¿Qué haríamos si la déspota monarquía no hubiese existido? ¿Qué llenaría las salas del Louvre o del Prado? ¿Tendríamos que agradecer a la inútil institución su función como aglutinadora de las artes? Gracias, absolutismo, no hay nada como tú. Me quedo con la visualización in situ de una pequeña porción del Hermitage. El resto, algún día.


David Von Kirchen

lunes, 12 de diciembre de 2011

Hollywood II

Retratos. Exposición Hollywood, Restaurante Los Doss, Cuenca, 2011.







            David Von Kirchen.

Are you on the list?

Comentario crítico sobre el artículo “No soy joven” por Jesús Barbeito. Revista NEO2, Diciembre 2011.



Jesús acude a pedir clemencia como un condenado a muerte. A pedir clemencia o a dar pena. Resulta que Jesús Barbeito, artista, diseñador gráfico y responsable de Diseño e Identidad Corporativa de un importante ayuntamiento de la Comunidad de Madrid, se lamenta de tener 51 años. Un apasionado de la pintura, como el mismo se califica, que se queja de las facilidades que se ofertan a artistas jóvenes en concursos y certámenes.

En su favor se ha de decir que la obra de un artista será buena o mala independientemente de la edad que tenga su creador. Pero nadie pone en duda esta realidad.

Las facilidades que se ofertan a artistas jóvenes son necesarias y totalmente comprensibles. Cualquier artista recién licenciado, con muchas ganas y poco dinero, desea pintar, exponer y vender. Creyendo que la genialidad daliniana nos espera en la puerta de salida de la facultad, salimos atolondrados en busca del éxito. Nada más lejos de la realidad. Las dificultades que se nos presentan son tales, que precisamos de ciertas facilidades ajenas. Los concursos, certámenes, becas y demás incentivos para la creación artística joven, son medios que facilitan la creación, divulgación y venta de obras de artistas nóveles sin valor en la firma.

Jesús afirma, que esta sociedad de consumo, el mundo del arte llega a considerar el máximo valor lo joven. Esto es así. La pintura es, aunque no se quiera reconocer, algo tan cíclico y modal, que continuamente se buscan nuevas vías de expresión pictóricas que renueven constantemente uno de los soportes más repetitivos, predecibles, constantes y rancios del mundo del arte. Lo simple del soporte, sin embargo, no está reñido con la calidad de lo que genere el artista sobre él. Es decir, querido amigo Jesús. Si no has podido alcanzar cotas más altas que las de centros culturales de segunda, quizás no sea por tu edad, sino por la calidad de tus obras. No se puede culpar al mundo del arte de la pérdida de aquellas oportunidades que se te presentaron de joven y dejaste pasar. Deja de ahogarte en los lodos de un pasado que nunca vas a recuperar, y eleva la cabeza hacía el futuro, un futuro tan incierto, que no sabes lo que te puede traer. Quizás, con más trabajo y menos queja, con más visión y fe, y menos lamentos melancólicos, se te presente una oportunidad. La zona VIP no está vetada a mayores de 35 años. Depende única y exclusivamente de ti la entrada en la historia. Créete un genio, y te acabarás convirtiendo en uno. Sigue soñando Jesús, sigue soñando.


David Von Kirchen

domingo, 27 de noviembre de 2011

Sin raíces.

Comentario sobre el artículo: ELENA GARCÍA. EL TEJIDO MIGRATORIO. Revista ARTE. 12/11
Elena García Jimenez, nacida en 1980, da a los conceptos de migración, adaptación y acomodamiento su propio lugar en el complicado mundo del arte. La madrileña, acostumbrada ya a cruzar fronteras, construye una serie de montajes a partir de la idea de migración que resultaron, entre otras cosas, galardonados con el Premio Generación 2011.

Su objeto de estudio se articula en tres bloques bien diferenciados, que sin embargo no hacen más que apoyarse y complementarse mutuamente. A través de la fotografía, libros, mapas  y documentos burocráticos, compone un no tan complicado puzle que habla sobre el territorio, el idioma, el paisaje, la gente y todas aquellas barreras, aparentemente insalvables, que se nos presentan ante un nuevo lugar y una nueva vida.

La artista, que reside actualmente en Berlín, trabaja en constante conexión con lo que la rodea. Alemania es el escenario de su obra;  su historia, su gente, su lengua y su geografía sus actores. Adentrándose en uno de los idiomas más complicados de la vieja Europa comprende lo difícil que es cortar raíces continuamente.

El aprendizaje de una lengua es un camino, unas veces ligero y llevadero, pero otras arisco, duro e inflexible. Elena evidencia la dificultad del idioma jugando con la esencia del mismo, su gramática. Utilizando como lienzo viejos libros de gramática alemana, recorta, rompe, tacha, trenza y juega a generar en los propios alemanes la duda que automáticamente se conforma en la mente no germana. Les engaña hasta hacerles dudar de su propio idioma.

Y es que la duda es el tema de una de sus obras más reconocidas. Entrelazando tiras de mapas extraídos de un Atlas alemán, Elena conforma un mapa imaginario y aparentemente caótico que genera “Der Große Duden”, “La Gran Duda”. A partir de la palabra alemana “Da”, que significa al mismo tiempo aquí, ahí y allí, la madrileña pone en tela de juicio la cuadriculada mente germana.

Estos símbolos de la ambigüedad sirven a la artista para adaptarse a un nuevo medio. Normalmente no puedes elegir, no puedes estar en todos los lugares a la vez, pero de alguna manera todos esos sitios están contigo. Ante la imposibilidad de hincar las raíces en tierra firme, Elena decide cortarlas por completo. Construye un espacio en el que todo puede unirse, donde las distancias se salvan en cuestión de segundos, donde se habla español y alemán a partes iguales, y donde pisando suelo berlinés puede divisarse el skyline madrileño. Entrelazando fotografías de lugares en los que ha vivido, genera paisajes inimaginables que fusionan recuerdos muy distantes en lugar y tiempo. Ante la sensación de volatibilidad de no pertenecer a ningún lugar, Elena se siente de todos, porque en estas fotografías se refleja su concepción espacial subjetiva, aquella a la que realmente pertenece, la que ella misma ha creado. Elena es la primera habitante del fragmentado mundo que ella misma genera.

Elena complica lo complicado, porque mezclado con lo sencillo, parece más llevadero. Mientras su mente se mueve imparable entre idiomas falsos, mapas falsos, paisajes falsos y documentos falsos, su cuerpo se encuentra físicamente en un Berlín tan real como la vida misma. La artista, ante la imposibilidad de olvidar su pasado y enfrentarse a su futuro, se intenta auto convencer de algo imposible. No se puede pertenecer a dos lugares al mismo tiempo, salvo que estos lugares se encuentren trenzados como un cesto en esa pequeña y erróneamente ensalzada esfera del arte. Entrelazando lo andado y lo desconocido, se nos presenta una de las figuras más interesantes del panorama joven artístico español. ¿O alemán?



David Von Kirchen

lunes, 31 de octubre de 2011

Sam Taylor Wood.



Hoy me han puesto en contacto con la obra de esta artista inglesa, Sam Taylor Wood.
Aunque cabe decir que no sólo trabaja en el campo del vídeo que a continuación os mostraré, sino también en proyectos cinematográficos y de fotografía. Ha realizado series tan conocidas como las de suspensiones o una película sobre la vida de Jhon Lennon. Y aunque en estas últimas horas he procurado observar un poco de cada uno de estos aspectos, me quedo con las piezas de vídeo que os muestro aqui:

AVISO! Este contenido puede herir "la sensibilidad" (siempre me ha hecho especial gracia esta sentencia)

http://www.youtube.com/watch?v=SIl9rO9sURE


http://www.youtube.com/watch?v=21rNYKQg6v8

Creo que entre estas dos piezas, existe mucho paralelismo. Aunque a primera vista, pueda parecer todo lo contrario, ambas establecen una relación estrecha. Mientras que la primera nos lleva al campo de la muerte, la primera nos traslada a la vida, ambas obras tratan sobre la vitalidad, una sobre su fin, otra sobre su desarrollo. Puede que algunos lo contemplen precisamente a causa de este punto, dos opuestos. Sin embargo, todos sabemos que vida y muerte son dos contarios que necesitan el uno del otro.

Encuentro especialmente interesante el tratamiento que podemos darle a este aspecto, es decir, ¿podemos realmente expresar con una creación la unificación de la vida y la muerte? o por el contrario ¿podemos distanciarlas aún más? Creo más bien que se trata de contrastar, por parte del artista, no me atrevo a afirmarlo, pero yo, desde mi condición de público, sí. Hemos, asi mismo, de tener en cuenta que estas dos piezas no pertenecen a la misma serie, sino que son independientes. Lo que nos lleva a otro punto ¿son independientes la vida y la muerte o las contemplamos como dos planos unidos?

Como venía diciendo al principio, puede darse la opción de que ambas sean contrarios, en el que la vida no es nada sin la muerte, o no. Sea cual sea el punto de vista, es importante resaltar desde nuestra concepción, si atendemos a estos dos conceptos como uno sólo o dos desligados.
Desde mi punto de vista, las obras que aqui se nos presentan son más interesantes de lo que a primera vista nos pueden suscitar, y permiten una doble lectura: una sensorial y otra trascendental. Nos llevan primero a una reacción y luego a un debate interior.

Por un lado, con la primera muestra, nos abre la ventana a la descomposición, a la putrefacción, a la facilidad que tenemos, nosotras personas, y animales, para desaparecer de la faz de la tierra. Todo es un ciclo, y nada se detiene. Sin embargo, y si observamos la izquierda de la imagen vemos como las consecuencias no atañen para nada al melocotón. Podríamos identificar esto como una diferencia entre la naturaleza y la carne. O para ponerlo más claro, la permanencia de la naturaleza: la madre Tierra, lo que surge propiamente del suelo, de la tierra pura; y lo carnal: los animales y los hombres, que (como diría Aristóteles) no dejan de ser un animal social y político. Podemos interpretar lo que nos de la gana, en verdad. Una vez un artista expone su obra al público, deja también cancha libre para que éste especule y critique su contenido en cualquier aspecto. Exposición, expuesto a crítica, destrucción y reconstrucción.

Y esto mismo, podemos trasladarlo a la obra de Wood, primero exponiendo su obra consigue un juicio inmediato, la imagen directa y dura de la descomposición de la carne; seguidamente, la destrucción, a la vez que la imagen desaparece pudriendose, el espectador también, destruye cualquier tipo de presuposición hacia ella, la violencia expuesta no permite casi reaccionar; y último, reconstruye toda la secuencia para poder volver a elaborar una crítica sobre lo experimentado.

Con el segundo vídeo, la artista nos lleva a observar el comportamiento humano en estado puro. La cámara graba las emociones de una mujer que parece estar sola ante todo, ante cualquiera, y sin embargo, establece a su alrededor una especie de burbuja que la aisla de cualquier tipo de estímulo exterior que pueda sacarla del sentimiento que en esos momentos procesa.

Aqui tenemos pues, la vida, las desgracias, lo desagradable... La consecuencia, el sufrimiento, el desamparo y el aislamiento. No hay ningún tipo de filtro, no hay nadie a su lado para darle una palmadita en la espalda u ofrecerle un pañuelo, no hay nada, sólo ella y la cámara, que fría registra sus movimientos. En el fondo la mujer y la cámara son iguales, son impasibles, y por mucho que en ciertos momentos, podamos creer que la fémina está llena de sentimiento en realidad no siente nada, está derruida por dentro. La primera impresión nos aleja de otra lectura, esta. La lectura de que en realidad en su interior no queda nada, y es tan autómata como la propia cámara que la graba. Llora y gesticula de ese modo porque está establecido, porque sabe que en sus circunstancias, (sólo sabemos que son unas circunstancias tristes y disgustantes por lo que podemos deducir), sólo cabe comportarse de ese modo, porque la sociedad lo ha establecido así. Del mismo modo que nosotros deducimos la causa de ese comportamiento.

Por tanto, ¿qué diferencia hay entre el conejo y la chica? ¿Muchas? ¿Ninguna? Yo creo que son todo paralelismos, al final del todo la carne perece, sucumbe, acabamos por ser lo que otros quieren y la tierra nos permite, para finalizar ambos en el mismo lugar, y del mismo modo, en polvo. Es entonces cuando asaltan cuestiones como si en verdad existe razón para creer en una fuerza superior o si merece la pena ajustarnos a unos modelos sociales o a unas pautas artísticas o políticas. ¿Quién delimita nuestra interpretación?

Lara Von Achterdeck.

lunes, 24 de octubre de 2011

Ofelia sale a flote.



Con mi visita al museo del Romanticismo de Madrid, con motivo de la exposición “El romanticismo ruso en época de Pushkin”, quedé gratamente impresionado. Sin embargo, la exposición, aunque con una potente carga estética, dejaba poco a la reflexión. Tras quedar bien empapado del siglo XIX a través de las veintiséis salas del museo, me dispuse a pasar un rato de beocismo en la famosa tienda del museo.  Con un libro en una mano, y un par de regalos en la otra, mi acompañante me llamó la atención sobre una pequeña exposición en el Café del museo. La cercanía a la hora del cierre, se resolvió en un visita rápida, que a pesar de todo, me despertó un gran interés.

La semana gótica de Madrid es un evento de carácter internacional que se lleva celebrando desde hace tres años en la capital española. Este año, en su tercera edición, las jornadas trabajan mano a mano con el museo del Romanticismo con diferentes actividades de gran interés que intentan buscar las conexiones entre el movimiento urbano gótico, el arte, la música y la literatura. ¿Quiénes sino los góticos conforman la tribu urbana más anclada en el pasado? Aunque existen tribus urbanas como las “Lolitas” –que su nombre no os confunda- con un gran sentido de la estética decimonónica, son los góticos los que siempre se han interesado por la literatura romántica y en cierta medida por el arte.

Pedro Ortega, comisario de la exposición, nos ofrece la oportunidad de leer unos interesantes textos que ahondan en las raíces del movimiento gótico y en su profunda relación con el arte, en concreto con el Prerrafaelismo. Y es que la exposición, titulada “Ensueño Prerrafaelita: una mirada gótica a la belleza decimonónica”, nos presenta justo lo que promete. Una colección de imágenes de diferentes autores y múltiples técnicas –pintura, grabado, fotografía…- con un nexo en común, la reinterpretación actual al estilo artístico británico. Haciendo especial mención a la mujer –todas las obras tienen como objeto la figura femenina- se nos retrata con los ojos de la modernidad, una cultura estética propia del pasado. Según Pedro Ortega, pocas han sido las ocasiones de exhibición de obras de artistas “góticos”, ya que el arte relacionado con el movimiento urbano, se limitaba en sus inicios al diseño gráfico de las portadas musicales o carteles de conciertos.

Sin embargo, con el auge de la estética prerrafaelita en bandas musicales como “This Mortal Coil”, “Ordo Equitum Solis”, y más concretamente el estilo Heavenly Voices, el arte ha invadido la tribu urbana, pasando del ámbito musical al exento e individual propio del arte. A pesar de todo, no solo lo gótico se interesa por la Ofelia de Millais. La cantante británica Florence Welch, vocalista de Florence and the Machine, revive en la estética de la banda –portadas, escenografías, videoclips y vestuario – un fuerte carácter prerrafaelita. Incluso su voz y letras nos evocan al canto de las ninfas en un río –En el tema “What the water gave me” que recibe su nombre de un cuadro de Frida Kahlo, hace referencia al suicidio de Virginia Wolff , que de forma evidente nos recuerda a la ya mencionada Ofelia de Millais- ¿Acaso arte y moda se fusionan en el mismo bucle estético?



Aunque de forma caótica, desafortunada y poco estudiada en su composición –Sin duda alguna un mal diseño, planteamiento y trabajo del Comisario-, la exposición, con guiños a la mitología Griega, al vampirismo y a la figura de la Femme Fatale, juega con una muy interesante relación entre pasado y presente. ¿Qué mejor que el Museo del Romanticismo para albergar dicha exposición?

La exposición del museo con motivo de la Tercera Semana Gótica de Madrid se complementa con una conferencia y un concierto a piano y chelo de Aura Noctis. Unas actividades de gran interés que tuvieron lugar el día veintiuno del presente mes. Un evento que invita a la reflexión y a una vista al modelo estético del pasado. Fotógrafos como Eugenio Recuenco ya han mirado hacia el prerrafaelismo para la creación contemporánea, y campañas publicitarias de casas de moda ya han reflejado la estética – incluso Karl Lagerfeld invitó a la ya mencionada Florence Welch a cantar en uno de sus desfiles-.Bienvenidos al bucle del arte. Sacad a Millais, Waterhouse y Rosetti del armario. El prerrafaelismo vuelve esta temporada.


David Von Kirchen

lunes, 3 de octubre de 2011

Superar el miedo.



David Von Kirchen

Am(putaciones) al Arte.

Sobre todo este tema de discusiones y aberraciones posibles hacia el campo artístico, he de decir, y al mismo tiempo pronunciarme, que no todo el mundo comprende o sabe ante lo que está.
No es nada extraño oir por parte de cualquier extraño o conocido eso de “Eso lo puedo hacer yo” combinado con el más que célebre “Eso lo hace mi hijo pequeño con los ojos cerrados”. Bien, normalmente, seguido a toda esta declaración de intenciones, viene una mirada de indiferencia hacia la obra en cuestión… Y aunque en ciertas ocasiones la pieza ante la que podamos estar resulte tremendamente absurda, carente de significado o pobre en cuanto a cualquier tipo de noción técnica básica, reconozcamos que la mayoría de los espectadores que realizan estos “juicios” (si es que así se les puede llamar porque normalmente un juicio necesita de argumentos racionales y veraces) ignoran el concepto desde el que se trabaja o simplemente no entienden lo que ven.
Puede que lo primero sea notablemente más díficil de deducir, incluso para alguien que esté acostumbrado a pasear sus ojos por innumerables obras día tras día, sin embargo, el segundo punto termina por resultar el caso más común. Si bien no todo el mundo puede apreciar la sutilidad y la gran teoría científica del color que emanan las obras de Malevich con sus “Negro sobre negro” o su “Blanco sobre blanco”, tampoco se quedan cortos a la hora de amputar por las buenas unas cuantas ideas estéticas del cubismo. No hablamos ya del archiconocido “Guernica” de Pablo Picasso, sino de otros probablemente menos mediatizados como las obras de Juan Gris, que nos prestan mesas para tomar café o botellas de las que sacar alguna que otra gota para rellenar una copa. Tampoco es aqui donde oímos un “Qué capacidad para representar el espacio de una manera completamente distinta a la clásica “(ya no pido una crítica estética al estilo Viollet Le Duc, ni mucho menos, pero sí, apreciar, o al menos intentar apreciar el trabajo del artista y su concepción estética) sino un “qué mal dibuja este hombre! menuda chapuza… no me gusta!”.
Son por tanto estos “no me gusta”, en la mayoría de los casos, un “no lo entiendo”. De todos modos, este fenómeno de “disgusto” podríamos atribuirlo a muchísimas cuestiones. Por un lado, la tremenda jerarquización que se establece en cuanto a los estilos artísticos, por otro la poca difusión que existe sobre este aspecto de la cultura en particular y de ella en su totalidad, y por otro (por no dejar cojo una tercera posible razón) el elitismo que experimenta el Arte hoy por hoy, que parece predicar con un tremendo cartel luminoso: “No puedes ser artista si no tienes dinero”.
Sin embargo tampoco está bien atribuir sólo culpas al exterior, sino que en el peor de los casos, somos nosotros mismos los que nos imponemos un patrón a la hora de establecer juicios estéticos o de valor en el Arte. A menudo motivado, como decíamos antes, por la no comprensión de los conceptos o la teoría de la artisticidad que maneje cada creador o corriente. Dejando para nuestros salones unas magníficas copias de Sorollas luminosos, y para nuestras estanterías (si es que se tienen… y no están vacías y sólo para adornar) algún libro sobre Rosseetti o Morris, o quizá de Goya (con un poco de suerte). Dando un gran abrazo a lo figurativo y una patada a lo abstracto. ¿Por qué? Bueno, ese es un tema sobre el que procuraré dar mi punto de vista en cualquier otro momento. De momento sólo diré que ARCO ha hecho y sigue haciendo mucho daño, pero que también las revistas de Casa y Jardín han comido las cabezas de toda una generación de madres y padres clasicistas, asi como perlas de la televisión como Sisi o por qué no, cualquier pieza del cine clásico. Sin olvidar, todo el clima derechista que ha primado en nuestro país durante demasiado tiempo (y que hoy sigue estando presente).
Sí que reconozco no obstante lo díficil que resulta hoy en día comprender el arte contemporáneo sin tener a mano el tríptico del museo o sala de exposiciones donde esté expuesta la obra, ese auxiliador pedazo de papel que nos da el suficiente poder para acercarnos a lo que dicen o quizá digan esas tres rayas de color azul sobre un fondo negro que parece no entender ni la tía del pintor… Sin embargo ahí reside una de las partes más interesantes de la contemporaneidad (cuando ésta no es pseudo arte, o una basura disfrazada de obra antisistema), en el acercamiento que el espectador debe realizar al artista para llegar a integrarse en su obra y llegar a compartir por unos instantes su punto de vista.
Yo, acólita convencida del dadá, estoy acostumbrada a oir las “pestes” emanar de numerosas gentes al contemplar obras de Duchamp o Hanna Höch, les digo… En realidad no digo nada, que les den.(REVISIONISTAS! *risas*)




Lara Von Achterdeck

Sommer.
















David Von Kirchen
 abriendo el baúl de los recuerdos fotográficos.

domingo, 2 de octubre de 2011

De fábrica solo tenía el nombre.


Comentario sobre “Silos en flor”. Revista NEO2, mes de Octubre de 2011. Por: Tachy Mora.

Que sorpresa la mía al encontrarme la fotografía de un silo en la revista que compro habitualmente. Siempre me he sentido fascinado por la estructura de estos edificios destinados al almacenamiento del grano. Su planta base, al modo de nave, acompañada siempre por una estructura elevada con contadas ventanas. Fachadas limpias en ornamento y color. Una delicia para Adolf Loos, y también para mí. Y es que, este silo situado en Marines, al noroeste de París, ha cambiado los cereales por el arte. Es en este lugar donde Jean-Philippe y Françoise Billarant exhiben su colección de arte privada, tan privada que la visita precisa de cita previa. El sencillo edificio, magníficamente reformado por Xavier Prédine-Hug, alberga obras de artistas como Donald Judd o Richard Serra. Del mismo modo, el Depot Basel de Basilea, se sitúa en el mismo contexto arquitectónico, aunque la intención no es la misma. El centro suizo mantiene el espacio más para la reunión y creación que para la exhibición. Entre periodistas, teóricos del arte, diseñadores y economistas, el espacio se presenta como un temporal punto de creación.

Pero no son solo los silos los agraciados con el revivir de la creación artística. Qué mejor ejemplo que el Matadero de Madrid, una magnifica rehabilitación del espacio, del entorno y de la conciencia. O el centro LABoral Arte de Gijón que recuperó exquisitamente el espacio olvidado de los talleres de la Universidad Laboral.

Como muy bien afirma Elisa Carreras, parte del desarrollo urbano de una ciudad depende de la habilitación y rehabilitación de edificios, sirviendo por un lado para recuperar el patrimonio, y por otro para adecuar espacios a las nuevas necesidades de los ciudadanos.

Y aun son pocas las fábricas, mercados, iglesias, estaciones, silos o mataderos que han cedido sus diáfanos espacios a la creación y difusión del arte. Cuánto se podría hacer en todos los edificios abandonados o al borde del abandono. Cuánto por los magníficos espacios olvidados que pueblan todo el territorio español. Cuánta cultura se derrumba con ellos cuando ya a nadie le importa su destino. Invertir en estos espacios es invertir en cultura y rehabilitación urbana. En amor y respeto por la sociedad y los vestigios de su pasado, la arquitectura. ¿Dónde colgaríamos los cuadros si no hubiera paredes? ¿Dónde guardaríamos la ropa si no hubiera armarios?

Aún quedan en mi ciudad suculentas naves y minas expirando lentamente. Nunca es tarde para intentarlo. Al fin y al cabo, la Factory de Andy Warhol, de fábrica sólo tenía el nombre.


David Von Kirchen

Romántico otoño moscovita.

El Romanticismo ruso en la época de Pushkin. El Museo Nacional del Romanticismo recrea la época del escritor ruso desde una perspectiva pictórica.

Que mejor ejemplo para la unión Hispano-rusa que la figura de Larra y Pushkin. Ambos murieron por un disparo; y aunque las características de cada una de las muertes fueron muy distintas, qué mejor que el caso balístico para hacer física la unión entre ambos países, y que con motivo del año de Rusia en España, se inicia en el Museo Nacional del Romanticismo de Madrid.

Si el museo actúa habitualmente como una elegante, sublime y exquisita máquina del tiempo, esta exposición nos permite además jugar con el espacio, transportándonos asombrosamente a la Rusia zarista de la primera mitad del siglo XIX. Allí seremos testigos de una pequeña pero deliciosa exposición, tal como la describió Asunción Cardona, directora del museo. La elegancia que caracteriza al museo, se expande hacia las dos salas de la exposición –Escenarios y Protagonistas- en un intenso color rojo, donde descansan plácida y orgullosamente obras de grandes románticos rusos, como Orest A. Kiprensky, Alexandr P. Briullov o Piotr F. Sokolov, tristemente desconocidos en España.  Dichas obras, que nos muestran gran variedad de técnicas –óleo, acuarela, estampas, lápiz- y que están resueltas con una precisión admirable, ponen de manifiesto la gran similitud entre los dos países. “El interior de las casas, los rostros de su aristocracia, sus paisajes... el romanticismo ruso se emparenta de extraña manera con el español”, comenta Asunción Cardona.

Las dos lámparas de araña, la moqueta, el mobiliario, y evidentemente las obras expuestas, nos invitan a soñar con una época de ruptura con el ideal clásico y de explosión sentimental.

Evgeny Bogatrev, es el comisario de la exposición y el director del museo moscovita Pushkin, lugar de procedencia de las obras que visitan la capital española para ponerse en diálogo con la colección permanente del museo madrileño. “Soy un verdadero entusiasta de este centro, no dejo de recomendar a todo el mundo en Rusia que deberían visitarlo. Sí, el Prado, el Thyssen... pues a mí me impactó este lugar”, afirmaba Bogatrev.

Lo cierto es que una visita al Museo del Romanticismo de Madrid, se convierte más en una experiencia que en una visita cultural. Y aunque brillante, la exposición funciona solo como un aperitivo, dejándonos con hambre. ¿Qué importancia tiene si la entrada a la exposición es gratuita y estamos en un suculento museo? Merece la pena pagar tres euros por sentirse como un invitado en una selecta fiesta de la aristocracia decimonónica. Así quedareis  bien llenos y satisfechos. Aunque si no sois de saciado fácil, siempre podéis comer un sándwich isabelino o tomar un Té con pastas en el Café del Jardín. ¿Se puede ser romántico en el siglo XXI?


David Von Kirchen

sábado, 1 de octubre de 2011

Está de moda.


Crítica sobre “ARTE VUITTON” Revista NEO2, mes de Septiembre de 2011. Por: Aurélien Le Genissel.

El curioso ascensor creado por el artista danés Olafur Eliasson, que nos eleva desde la superficialidad de la moda a lo sublime del arte contemporáneo, actúa según Aurélien, más como una máquina del tiempo que como un elemento de moderna comodidad. Al elevarnos, a oscuras y sin ningún estimulo exterior, accedemos a lo que Le Genissel ve como una especie de estudio de artistas postmoderno en el que se intenta mantener vivo el espíritu de la boheme parisina de principios del siglo pasado añadiéndole la inevitable dimensión pedagógica y vulgarizadora que debe tener todo centro de este tipo hoy en día. Bienvenidos al Espace Culturel Louis Vuitton.

El París Bohemio murió hace ya mucho tiempo, y Aurélien parece intentar convencernos de que nunca lo hizo. Desesperado, intenta hacernos creer que París vuelve a ser el ombligo de la creación artística contemporánea, pero nada más lejos de la realidad. Comportándose más como una agencia de viajes que como un crítico artístico, nos invita a visitar la capital francesa para admirar los resquicios de un pasado grandioso, que ahora se esconde bajo un fino manto de polvo en los rincones de los ya rancios museos parisinos. Nuestro amable agente de viajes espera con impaciencia el día en que el Espace Culturel se llene de tantos curiosos como el escaparate de la planta baja  – como si no fuera ya bastante complicado abordar obras de estas características-. Aurélien desea un nuevo escaparate del arte, donde los beocios puedan entrar y salir –eso sí, gratuitamente- para criticar con su incultura, iluminar con sus flashes fotográficos y, cómo no, contaminar acústicamente; tal y como lo hacen frente a la ya mítica tienda de la marca en la avenida de los Champs-Elysées.

Sin poner en duda la muy probable variedad y calidad de las obras expuestas en el Espace Culturel Louis Vuitton, se nos está intentando “vender” tal y como dice Le Genissel, una plataforma de expresión y difusión para las nuevas generaciones artísticas de países poco visibles en el mundo del arte. ¿Acaso la culpabilidad postcolonial de la metrópoli hace que sea oro todo lo que no reluce?

Louis Vuitton no es la primera gran empresa de moda que invierte en arte. Si los excedentes financieros de una empresa de la talla de Louis Vuitton se invierten en centros de arte snob ¿Debemos hacer otra cosa que no sea alegrarnos? Al menos, tenemos suerte de que sea el arte contemporáneo lo que esté de moda. ¿Será ese el motivo por el que el arte de la fundación es casi tan pretencioso como los vestidos que se nos presentan en la planta baja del edificio? Frank Gehry ya ha proyectado el faraónico plan para la construcción de una nueva fundación artística de la marca de moda en París, y la apertura del nuevo centro en Tokyo ya se ha llevado a cabo. Todas las grandes marcas quieren tener su centro o museo. La creación contemporánea está de moda. Y es que de eso se trata: de moda.

David Von Kirchen

martes, 23 de agosto de 2011

Economía Cardiovascular

Hace tiempo escribí sobre mi "tradicional" visualización de las relaciones... (nunca sé qué término utilizar cuando llego a la descripción de las relaciones post-adolescentes modernas. Podría utilizar el término "amorosas" pero, ¿relaciones amorosas?. Estaría completamente loca si dijera esto y, por supuesto, atentaría contra mi idealizada concepción del verdadero amor. Teniendo en cuenta el porcentaje de relaciones estables (o no) entre las que fluye amor, creo que me puedo permitir la confianza de generalizar y dotar a estas relaciones de otro concepto, como por ejemplo: sentimentalmente-alucinógenas.) Continuo.


Como decía hace tiempo escribí sobre las relaciones sentimentalmente-alucinógenas actuales y no he podido evitar ahora, años más tarde, establecer una relación directa con conceptos económicos. A lo largo de nuestras vidas y sobre todo en nuestra infancia y adolescencia destinamos gran parte de nuestro valioso tiempo a la inversión. Invertimos depositando nuestra confianza, esperando que ésta genere beneficios y prosperidad en un futuro más bien ciego. Invertimos en educación familiar y escolar esperando ser, o mejor dicho, convertirnos en adultos maduros y socialmente aceptables. Nos pasamos años estudiando y recibimos reprimendas si cometemos errores o nos desviamos del camino vallado de la moralidad. Aceptamos todas estas inversiones y por primera y prácticamente última vez en nuestra espontánea existencia, confiamos en el hecho de que la inversión sea a largo-plazo.



Puede ser difícil de identificar pero llega un momento, una etapa al comiendo de la madurez humana en el que como si algún desalmado científico nos practicase la más cruel de las lobotomías, perdemos la capacidad de ser "felices" invirtiendo y nos arrojamos al vacío. (No podría encontrar mejor definición para la enorme pérdida de riqueza psíquica que sufre el sujeto) Como si de una plaga se tratase el cortoplacismo se interpone en nuestras relaciones convirtiéndolas más que nunca en relaciones sentimentalmente-alucinógenas. Dejamos de invertir a largo plazo y ansiosos por experimentar la orgásmica sensación de beneficios nos lanzamos a los líos de escasos minutos, al íntimo frío de cualquier callejón o a una falsificada relación de noviazgo con un gran cajón de retales sueltos.



Siendo francos nadie considera esas relaciones más trascendentales que la última copa tomada la noche anterior pero todos nos hemos sentido satisfechos con ellas. Y yo me pregunto: ¿por qué? ¿Qué es eso que nos ofrece el cortoplacismo que nos convierte en obsesos del traicionero carpe-diem?. ¿Por qué nos conformamos con lo meramente físico y vendemos nuestros aspectos más íntimos a algo que apenas durará unas horas?. Personalmente me siento afortunada de haberme dado cuenta a tiempo de la real importancia de continuar invirtiendo en algo tan importante como mis relaciones ya que, al igual que nuestra educación personal y cultural nos define como personas racionales.


Por suerte o por desgracia he presenciado como algunas relaciones... (de cara a los aludidos quedaría muy bien utilizar el término "amorosas" porque ellos las definían así engañadamente, pero esas relaciones desprendían el concepto de sentimentalmente-alucinógenas por todos sus ariscos costados) en las que alzando el estandarte del amor los protagonistas recorrían las calles de su aventura hiriéndose y echando a perder sus efímeras juventudes. No hacía falta hacer ningún estudio psico-sociológico para darse cuenta de que a la luz del día parecían una pareja estable que caminaba con sus manos entrelazadas y sus mariposas en el estómago, pero a los ojos de la mordaz racionalidad no eran más que bebés gateando con su chupete en la boca desdentada y tocándose inocentemente sus partes erógenas.


Inductivamente, ¿por qué la gente se abalanza a las relaciones como los insectos hacia la luz?. ¿Acaso no es mejor enamorarse primero de uno mismo y madurar amándose que entregar toda nuestra energía amorosa a la voluntad del prójimo? Me parece una rotunda pérdida de tiempo por su parte.


En innumerables ocasiones el amor representa una pérdida de tiempo ya que mientras invertimos en infinidad de cosas y luchamos por ellas, al amor lo esperamos sentados anhelando que algún día, en el momento menos pensado aparezca por la puerta de un café o doble la esquina. ¿No podemos invertir a largo plazo en el amor?. ¿O acaso tenemos miedo de la volatilidad de su mercado y retiramos todas nuestras inversiones por miedo a perderlo todo?. Uno de los primeros conceptos que nos enseñan en economía es el de Coste de Oportunidad cuya definición es: Aquello a lo que el agente renuncia cuando hace una elección o toma una decisión sobre una inversión. ¿No será acaso que tenemos miedo de que el coste de oportunidad de esperar e invertir a largo plazo en amor sea demasiado significativo?. ¿O no es acaso la propia sociedad la que nos impulsa a concebir este coste de oportunidad demasiado elevado?.



Idependientemente de lo que sea continuaré apostando por el largoplacismo, cuidando como si de oro se tratase aquello que creo puede dar frutos en un futuro más o menos lejano. Porque en el fondo, eso es lo bueno de invertir y confiar. Cuando menos te lo esperas algo cambiará y entonces recogerás los beneficios, los tocarás con tus propias manos e incluso podrás llevártelos a la boca, ya sea para saborearlos o para darles el más intenso de los besos. En ambos casos tendrán sabor a gloria.


¿Hay mayor satisfacción que eso?




Lucía Eichenholz





miércoles, 18 de mayo de 2011

¿ES ARTE EL DISEÑO?

¿ES ARTE EL DISEÑO? SOBRE EL DISEÑO, EL ARTE Y LOS NIVELES DE LIBERTAD.

Parece lógico pensar que el diseño, desde su posición de “libertad arrebatada” como “arte” atado a normas y con un objetivo avasallado, sueñe desde la distancia, con una envidia sana, con ser algún día tan arte como el arte mismo. Una envidia sana, pues arte y diseño se alimentan uno del otro desde el nacimiento del segundo.  Es sabido que el diseño bebe de las artes visuales, la fotografía y la composición tipográfica de una forma evidente.

Se establece así, por lo general, una pirámide jerarquizada donde el trono del arte es soportado por los materiales de labranza del diseño. Una diferenciación de clases tan injusta como el propio caso medieval. El arte, inalcanzable y de características sublimes y elitistas, se enfrenta de esta manera a la cotidianeidad y vulgaridad del diseño, dotándolo de un carácter inferior de una manera casi despectiva.

Es absurdo comparar dos estudios que pertenecen, tan claramente, a dos esferas totalmente distintas. ¿Pero cuáles son realmente las diferencias entre estas dos disciplinas? ¿Qué es lo que lleva a la gente a plantearse estas cuestiones?  No me pararé a analizar las características de cada una de las disciplinas, dando por sabido que medios y objetivos son totalmente diferentes. La cuestión a resolver, en mi caso, es el porqué de la confusión, qué nos lleva a engaño y como poder aclararlo. Mi mente, en este aspecto, está bastante confusa.

La excusa más fácil para defender que arte y diseño son tan solo primos lejanos y no hermanos de sangre, es la diferenciación de los niveles de libertad. Se comenta que el diseñador, no puede basarse única y exclusivamente en el gusto personal, ya que el producto final va destinado a un público específico; y que el artista, hace lo que le gusta, inspira o fascina sin tener en cuenta a los demás. El artista puede liberar sus sentimientos, expresar tanto como quiera, y por ello cuenta con libertad plena para la creación, mientras que el diseñador, de cara lúgubre y taciturna es esclavizado por los cargantes encargos a los que tiene que someter su orgullo y gusto personal. De nuevo caemos en el error.

Estas ideas, no dejan de tomar al arte como un conocimiento superior al diseño. Aunque dividen las dos disciplinas en dos esferas independientes, cosa que es ya bastante positiva,  siguen manteniendo la idea de que la esfera del arte es superior a la del diseño. Esto se debe quizás a la erróneamente difundida idea del arte como estado superior del ser humano, donde toda creación artística pasa a una dimensión desdibujada y confusa donde todo aumenta de valor. Continuamente se defiende la diferenciación entre arte y diseño basándose en una aparente superioridad del arte, debida a la cuestión de los niveles de libertad. Pero no todos los artistas son el rey Midas.

Los niveles de libertad forman una parte clave de esta discusión, pero no del modo antes tratados. Entendamos al arte y al diseño como dos pirámides separadas. En ellas también se lleva a cabo una jerarquización, pero al estar separadas, ni arte ni diseño se superpone a otra disciplina. Cada una de las pirámides se encuentra dividida según niveles de libertad.

Los niveles de libertad son aquellos puntos en los que la gente no es capaz de discernir entre arte y diseño. Son la clave de la confusión, y la clave de unión entre ambas disciplinas.

Por ejemplo: Parémonos a observar el primer piso de las pirámides. En uno, encontramos un diseñador gráfico de provincias, rompiéndose la cabeza por intentar sacar algo en claro de un encargo que le somete a la inmovilidad. Cabizbajo espera algún día el proyecto que cambiará su vida. Por ahora deberá continuar con su esclavizante trabajo, ese en el que el cliente tiene que entrar de alguna manera en su cabeza. Si miramos a la otra pirámide nos encontramos en una plaza mayor. Un roído taburete y una tabla le sirven a nuestro pequeño artista de herramientas para llevarse el pan a la boca. Espera que la primera turista alemana que pase le pida un retrato, que evidentemente tendrá que reflejar su teórica belleza y delgadez. ¿No nos encontramos acaso ante dos personajes en una situación familiar? Ambos se encuentran sometidos a encargos que limitan su capacidad de creación, y sin embargo, uno es artista y otro diseñador.

Del mismo modo podemos encontrar artistas con encargos para ayuntamientos u otras instituciones, encargos en los que él también debe aferrarse a unas normas. Encargos como retratos en los que el cliente frena al artista en su ya comentada libertad plena, con frases como “Sácame bien”, “Lo quiero de color azul”, “De este tamaño” o “Lo que puedas con cien euros”. No siempre el arte se hace por amor al arte.
Contemplemos ahora la cúspide. ¡Ahí está!, el tan aplaudido artista. Ese que tan pretenciosamente se presentó en ARCO, creando, de la nada, una obra de arte. Sin límites, sin premisas, sólo libertad plena. Su condición es tan alta, y cuenta con tanto poder, que haga lo que haga será obra de arte. Precios desorbitados que disparan a nuestra sensibilidad estética, a nuestro gusto y a nuestra cartera. Inútil, si, pero arte.
Una inutilidad que se basa en la aparente no relación entre artista y público, entre la obra de arte y la realidad humana, como si un muro de hormigón separase el mundo real del mundo del arte. Pero el arte, como creación humana, esta relacionado con el hombre, y por consiguiente con su entorno y situación social. Hablar de una autonomía del arte como meditaba Adorno es absurdo. Arte y diseño se relacionan con el hombre de la misma manera y al mismo nivel, solo que con objetivos diferentes.

Si observamos a la cúspide de la pirámide del diseño, deberíamos encontrarnos con la utilidad pura. La platónica idea del bien atribuida al diseño. Una utilidad, que en muchas ocasiones, brilla por su ausencia. Los puestos superiores de la pirámide del diseño se encuentran ocupados por diseñadores de tal fama y reconocimiento, que haciéndose con el “todo vale” cuentan con libertad plena de creación, aproximándose así a lo que teóricamente se entiende por artista. Tomemos como ejemplo el quizás erróneo ejemplo de la moda. En este punto encontramos a personajes como Jean Paul Gaultier. Un diseñador de moda de la talla del excéntrico francés nos hace meditar sobre donde se desdibuja la frontera entre arte y diseño. En su caso, se trata de idear y llevar a cabo la creación de prendas de vestir, que como todos sabemos son objetos de una utilidad evidente y de primera necesidad. Sin embargo, cualquiera es capaz de deducir que un diseño de Jean Paul es más bien complicado de llevar. Estamos entonces ante una utilidad inútil, objeto de una creación totalmente libre y aceptada por todos. Jean Paul se acerca a lo que entendemos por artista. ¿Acaso no es, en cierta manera, la construcción de vestidos similar a la construcción de esculturas? En este punto me gustaría recuperar una frase del diseñador de moda español Cristóbal Balenciaga: “Un modisto debe ser: arquitecto para las líneas, escultor para las formas, pintor para los colores, músico para la armonía y filósofo para la mesura”.

Alejándonos del ejemplo de la alta costura, encontramos diseñadores que apenas atienden al público, limitándose a realizar un trabajo basado en su gusto personal, que, debido a su reconocimiento, es aceptado.

Podemos utilizar de la misma manera la pirámide de la fotografía, donde en los puestos inferiores se encontraría el ya tan conocido estudio fotográfico de barrio, esperando por alguna boda o comunión, y donde los puestos superiores pasean de la mano del arte “convencional” en las ferias internacionales.

Los niveles de libertad, son por tanto la causa de la confusión. Todas las cúspides de todas las pirámides que conforman el conjunto de la cultura de comunicación visual se desdibujan en un mismo punto, donde todo es arte y nada es arte.

La cultura en su totalidad se encuentra dividida en estas pirámides, y las cúspides ejemplifican una creación sublime, espléndida y espectacular que puede ser considerada por muchos como arte (de una manera metafórica que nos imposibilita olvidar esa ya tan establecida idea de la perfección de la dimensión del arte). Si consideramos que cualquier cosa puede ser arte, véase cocinar, caminar, hablar, escribir, pescar o torear; utilizando arte como un simple nombre subordinado al verbo posterior (el arte de cocinar, caminar…) podemos considerar, lógicamente al diseño como un arte más. Pero si no encontramos arte alguno en el caminar –enfrentándonos así con algún médico fascinado por el aparato locomotor- el arte es arte y el diseño es diseño.

En nuestras manos está ser conscientes de la individualidad de dichas pirámides. Darnos cuenta de que solo aquellas que hacen referencia a la cultura visual comparten su vértice superior en un punto muerto de la definición de arte. Tenemos que ser conscientes de que la discusión es absurda. El arte es arte, el diseño es diseño. Ambos se complementan, se entienden y se inspiran porque pertenecen al mismo mundo, la cultura visual. Pero si no se deja de pensar en las diferencias entre las dos disciplinas, el diseño quedará estancado en un punto de no progreso, a la cola del arte, soportando sobre sus hombros el peso de su trono.

viernes, 25 de marzo de 2011

Élite lisiada.


Hoy he escrito cientos de veces élite en un papel. Cuando el significado abandonó la forma, me percaté de que estaba dibujando una bicicleta. Élite va sobre ruedas. Antiguo, vanguardista, pero útil y atemporal. Somos los traicionados del arte. Somos los lisiados.

sábado, 19 de marzo de 2011

Reflexión.


"No somos cerdos como tú crees. Somos seres humanos. Creamos dioses, y luchamos con ellos; y ellos nos bendicen."