lunes, 17 de enero de 2011

¡Allá vamos!


¡Sí! I.T.I. 0.2! Allá vamos!

Cuenca.


Mi cárcel es más bonita pintada de colores.

2010: Odisea en el espacio LABoral Arte.


Como si de un macabro juego hipnótico se tratase, la colección Thyssen de arte contemporáneo, zarandea nuestros sentidos al sumergirnos en un fantástico viaje interplanetario de intensas experiencias artísticas.

Sinceramente, aquel día no esperaba subirme a una nave espacial. Al entrar por la puerta del edificio del LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón para ver la exposición “Pasajes. Viajes por el híper-espacio”, - una selección de obras pertenecientes a la colección Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (T-B A21)- no imaginé que el título podía ser tan acertado. Éste explica de una forma tan acertada la experiencia de la visita que cualquier otro título hubiese devenido en fracaso.
“Pasajes. Viajes por el híper-espacio” que se presenta en el espacio LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón desde el 6 de Octubre hasta el 21 de Febrero de 2011, está comisariada por Daniela Zyman, Comisaria Jefe de T-B A 21, y por Benjamin Weil, Comisario Jefe de LABoral, quienes han seleccionado una veintena de obras de prestigiosos creadores internacionales para mostrarnos cómo los artistas abordan hoy los continuos cambios que la omnipresente informatización y la permanente conexión a las redes de comunicación han traído a nuestra cultura contemporánea.
La colección, que es expuesta en España por vez primera, está compuesta por instalaciones y obras de gran escala que nos invitan a adentrarnos en sus pequeñas esferas, en sus mundos de sensaciones.
En el momento de visualización de cualquiera de las obras de la colección, el espectador es absorbido en un campo gravitatorio. Por un momento no existe otra cosa en el mundo –este que conocemos como Tierra- que no sea la obra que se nos presenta. Como si de un macabro juego hipnótico se tratara, la colección Thyssen juega con nuestras mentes y sentimientos, haciéndonos viajar constantemente de una dimensión a otra. Dimensiones tan distantes en su forma y contenido, que apenas pareces estar viviendo algo con coherencia. La inmersión en la experiencia artística es tan grande como el espacio que alberga la colección, un espacio adaptado por el arquitecto asturiano Andrés Diego Llaca, que repartió sus  4.094m² expositivos, en seis salas de gran tamaño que a su vez generan un blanco sentimiento de vulnerabilidad y pequeñez, que puede ser entendido, en esta ocasión, como el universo que recoge el heterogéneo sistema planetario de la colección Thyssen.

Tras meditar sobre nosotros mismos ante los espejos en movimiento de la instalación “No History”, de  Doug Aitken, y tras quedarnos anonadados con nuestra fragmentación corporal, Carsten Höller nos hace decidir nuestro camino en “Y” a través de una intensa experiencia lumínica que influye de forma palpable a nuestra percepción del espacio. De repente despega nuestra nave, destino a obras tan impactantes como “Frío estudio del desastre”, del colectivo Los Carpinteros, que congela el tiempo a nuestro paso para visualizar de forma inimaginable, desde dentro, la fractura de un muro de hormigón. De nuevo el mundo se apaga a nuestro alrededor cuando descolgamos el teléfono de “Telephone” de Janet Cardiff & George Bures Miller, para escuchar a hurtadillas una conversación entre Janet y un científico sobre la naturaleza del espacio y el tiempo, la conciencia subjetiva del tiempo y de la localización. Un acto que obliga al visitante a adaptarse al tiempo de la obra, generando casi más que en ninguna otra, un profundo aislamiento del mundo externo.

Otros estrambóticos planetas completan la colección. El flácido mundo de “Esqueleto glóbulos” de Ernesto Neto o la laberíntica y claustrofóbica instalación de puertas y pequeñas habitaciones que nos presenta Monika Sosnowska en “M10”. Incluso cabe destacar el divertido mundo de sombras y color que nos proyecta en la pared de LABoral la obra “Your uncertain shadow (colour)”, del renombrado Olafur Eliasson, que además es la imagen del cartel de la exposición.

 

Gracias a la luz, el tiempo, el color, la falta de espacio, nuestro reflejo, o la voz de un desconocido, el visitante – o viajero- de Pasajes. Viajes por el híper-espacio”, pierde completamente la noción del tiempo y el espacio, preocupándose sólo de qué sorpresa se llevará en el próximo planeta. Olvida que es arte lo que ve, porque para él es arte lo que acontece en sus sentimientos. Los contenidos de las obras son eclipsados por la diversión anonadante a la que te someten, pero lejos de parecer un defecto, aproximan a colecciones tan contemporáneas como ésta, al público que en general ni se molestaría en acercarse al centro gijonés, y que al salir de LABoral, ve con otros ojos el arte contemporáneo.

Una colección de abrumador interés para los entendidos, una fantástica experiencia artística para los de a pie, y un divertido conjunto de sensaciones para niños o beocios. Una exposición que va dirigida, sin distinción alguna, a todos los públicos. Algo totalmente nuevo para los sentidos que tiene como marco incomparable la tradición industrial asturiana y la vocación de universalidad de sus gentes. Una colección que genera un gran empujón al singular espacio de intercambio artístico  que conforma LABoral, y que en su actuación se propone fortalecer una alianza entre el arte, la industria y el desarrollo económico. Un centro expositivo específicamente dedicado al arte, la ciencia, la tecnología y las industrias visuales avanzadas. Pero, además, un lugar para la investigación, formación y producción artística y técnica y para la proyección de las nuevas formas de arte y creación industrial.  Un foco artístico, docente, museístico y de innovación muy a tener en cuenta en el horizonte español. 

domingo, 16 de enero de 2011