martes, 28 de febrero de 2012

La mujer de Vitrubio.

A propósito de La danza del futuro, Isadora Duncan, 1903.



El movimiento de los seres libres se corresponde de forma natural con sus necesidades, sus posibilidades y sus imposibilidades. De esta manera, Isadora defiende mantenerse fiel a los límites que nuestro propio cuerpo nos impone.

El Ballet clásico impone un duro entrenamiento de carácter específico con el fin de permitir al cuerpo humano la realización de una serie de movimientos que no son propios de su naturaleza. Este hecho, conforma para Isadora la desconexión de la danza de su movimiento natural y expresivo que a fin de cuentas, es el que ancla a la disciplina a las leyes de la naturaleza.

Es curioso, sin embargo, como Isadora se contradice en el texto en ciertas ocasiones. En su fantasía con los dioses griegos, Duncan afirma que son solo ellos los que escapan a las leyes naturales, y que nosotros, seres mortales, debemos limitarnos a lo que nos es dado por naturaleza. El error de Isadora es afirmar posteriormente el deseo de que la bailarina del futuro logre alcanzar un carácter divino –el que escapa de las leyes naturales- sin renegar de las limitaciones de las leyes de la física.

Las puntas, la tortura del ballet, fueron ideadas por Filipo Taglioni, para dotar a la bailarina de un carácter etéreo, alejado de la humanidad y cercano a la divinidad. ¿Cómo quería evadir Duncan las leyes de la gravedad sometiéndose a ellas?

De igual manera, Isadora instaura la gimnasia como la base de aprendizaje en su escuela de Grünewald, para convertir el cuerpo en “un instrumento tan perfecto como sea posible”. ¿No es la gimnasia una disciplina que cambia la apariencia natural del cuerpo humano? ¿No es, como el Ballet clásico, un modificador de la apariencia y fuerza? En su defensa cabe decir que la gimnasia moldea el cuerpo, mientras el Ballet lo “deforma” para alcanzar posturas artificiales y antinaturales.

Isadora creía que la cuestión divina es algo alcanzable mediante la belleza, y que ésta es la propia de la naturalidad de los movimientos de los seres. ¿Es realmente necesaria entonces la gimnasia? En opinión de Isadora…¿No sería lo más bello enseñar a sus alumnas a conocer su cuerpo y sus limitaciones, para a partir de ello desarrollar coreografías que estética y formalmente alcancen la belleza propia de las cosas naturales, y por consiguiente, el carácter divino?

Isadora Duncan estuvo intensamente relacionada e influenciada por la cultura clásica griega. La forma de Isadora de entender el movimiento –para adaptarlo posteriormente a la danza- puede entenderse desde un punto de vista platónico.

Platón expone en el El Banquete que a través de la idea de Belleza se puede alcanzar la idea del Bien. Platón explica que encontrando la belleza en un cuerpo concreto, podemos apreciar la belleza del cuerpo humano en general, lo que es común a todos los cuerpos. Llegados a este punto seríamos capaces de reflexionar y llegar a la conclusión de que la belleza de los cuerpos reside en las normas y leyes que los rigen. De esta manera, alcanzaríamos la cuestión matemática y científica que domina dichas leyes, y por lo tanto los números que las componen –y que guardan en su interior la belleza de las cosas de las cosas de las que forman parte-. Así alcanzaríamos la idea de Belleza –entendida en el sentido platónico- como idea inmediatamente inferior a la del Bien, máxima de la filosofía de Platón y marcada por un potente carácter divino.

¿No sería el cuerpo humano más bello el que se ha dedicado a la belleza que le es propia? ¿El que se ha dedicado de forma natural a la representación, mediante la danza, al poder y la armonía de las fuerzas de la naturaleza? […] “Hasta que superando mi pobre enseñanza, lleguen a ser divinos y reflejen en sí las olas, los vientos, los movimientos de las cosas en crecimiento…” […] ¿Es realmente necesaria la gimnasia?

Las ideas de Isadora Duncan para con la danza son totalmente comprensibles y lógicas si tenemos la filosofía de Platón como hilo argumental y el Camino del Eros como vía hacia la divinidad. Del mismo modo, algunas de las frases presentes en el texto – que sacadas de contexto y a ojos contemporáneos podrían ser duramente discutidas- cobran un sólido sentido: “Es misión de todo arte expresar los ideales más altos y más bellos del hombre”, “La bailarina del futuro alcanzará una altura tan elevada que todas las demás artes necesitarán ayuda para llegar allí” o “Expresar lo que es más moral, saludable y bello en el arte: ésta es la misión de la bailarina”.



En su profundo interés y conocimiento de la cultura griega, Isadora se inspira en los “residuos” pictóricos y escultóricos griegos que han llegado hasta nuestros días –con especial interés por la representación del movimiento y la danza-.

A partir de la afirmación “La primera concepción humana de la belleza es obtenida de la forma y simetría del cuerpo humano”, que hace referencia a las ideas platónica de forma más que evidente, resulta totalmente comprensible la defensa que lleva a cabo del cuerpo desnudo. Dejando a un lado la cuestión de la conexión directa con la naturaleza, Isadora se remite a los números de los que se conforma nuestro cuerpo, y en los cuales la ropa no tiene razón de ser.

En conclusión, Isadora Duncan estaba totalmente adaptada a las ideas clásicas de filosofía y religión –algo que parece incongruente- y es por ello por lo que su manera de entender la danza es comprensible y lógica. Sin embargo era totalmente consciente del tiempo que le había tocado vivir. “No somos griegos y por ello no podemos bailar danzas griegas”.

Isadora conforma un modelo de pensamiento que hubiese encajado perfectamente en el contexto renacentista en el que Leonardo da Vinci llevó a la práctica la belleza de los números de Platón. Ella encajaba perfectamente en el hombre de Vitrubio y en el icosaedro de Laban, aportando nuevas proporciones que por primera vez en mucho tiempo encajaban en el cuerpo de la mujer.

viernes, 24 de febrero de 2012

Kuchen und Kaffee.

David Von Kirchen

  
                              David Von Kirchen                                      David Von Kirchen

David Von Kirchen

                     David Von Kirchen                                              David Von Kirchen

Lara Von Achterdeck